Para qué sirve esta asignatura

Esta asignatura se enmarca en el I Curso de Máster en Ciencias Religiosas con el objetivo de conseguir en el alumno un conocimiento sobre la Antropología de la Educación, y de manera especial de la Antropología Cristiana de la Educación...

...repasando las grandes corrientes educativas de la Historia, el Nuevo Testamento desde su enfoque pedagógico y educativo, los documentos conciliares que nos hablan del tema y las tendencias vanguardistas en educación en los albores del siglo XXI;

...relacionando la Antropología de la Educación Cristiana con el resto de antropologías estudiadas en los cursos precedentes (Biológica, Bíblica, Filosófica, etc.);

...conociendo la base fisiológica del pensamiento y las principales escuelas psicológicas, centrando el estudio en el análisis del hecho cognitivo realizado por los principales autores;

...valorando los descubrimientos del antropólogo en un contenido canario (los guanches);

...analizando la educación desde los puntos de vista axiológico y teleológico y las teorías de la comunicación como condición para la transmisión del conocimiento;

...comprendiendo, en fin, que las claves educativas vienen determinadas por la concepción de hombre que tenga el educador.

martes, 5 de abril de 2011

Dalí, Hitchcock y Disney: genios trabajando

Salvador Dalí tuvo una fructífera actividad en Estados Unidos, especialmente cuando Walt Disney produjo en 1965 un corto nunca estrenado titulado "Destino" que hemos recuperado recientemente gracias a los DVD, y cuando Alfred Hitchcock le pidió que diseñara la escena del sueño que en su película "Recuerda" se convierte en la clave para resolver el crimen que mantiene en la amnesia a su protagonista. He aquí ambas obras de arte:



Irrepetible Dalí

Inconsciente, psicoanálisis, surrealismo, visión onírica de la realidad... Dalí supo como pocos retratar una forma de captar el Universo completamente nueva. He aquí algunos ejemplos de su portentoso talento:


En "Retrato de mi hermano muerto" Dalí retrata a su hermano, de quien comentó lo siguiente: "Yo he vivido la muerte antes de vivir la vida. Mi hermano murió a causa de una meningitis, a la edad de siete años, tres antes de mi nacimiento" [...] "nos parecíamos como dos gotas de agua, sólo que con diferentes reflejos". Para poder ver el rostro del joven es preciso alejarse del cuadro.


En "La tentación de San Antonio" sobrecoge la figura del santo, desnudo y sólo protegido por una sencilla cruz de madera ante el poder del mundo, el demonio y la carne.


"Nacimiento de una divinidad" es, sin lugar a dudas, uno de sus cuadros más hermosos.


"Rosa meditativa" está considerado uno de los cuadros que de manera más perfecta reflejan la belleza de esta flor.


"La Última Cena" demuestra la maestría de este genio a la hora de captar la luz y plasmarla en un lienzo. El detalle del rayo que atraviesa el vaso de vino es de una belleza indescriptible.



El título de este cuadro genial explica el efecto especial: "Gala desnuda mirando al mar que a 18 metros se transforma en un retrato del presidente Lincoln".

Dalí bajo el prisma de Soler Serrano


Formidable entrevista con uno de los artistas más geniales de todos los tiempos. El inolvidable Joaquín Soler Serrano habla "A fondo" con Salvador Dalí y sus declaraciones (sorprendentes, geniales, inquietantes, divertidas) no dejaron a nadie indiferente. Único. Irrepetible. Sencillamente... Dalí.

La Capilla Sixtina: un portento único en la Historia del Arte


La clave del conjunto: la libertad humana en los dedos de Adán

Sentado en lo más alto del andamiaje de madera, con la cabeza y los hombros echados hacia atrás, doliéndole el cuello, chorreándole la pintura por la cara, escociéndole los ojos, Miguel Ángel trabajaba día tras día del alba hasta el anochecer en sus monumentales frescos de la Capilla Sixtina, en el techo del Vaticano, en Roma.

La Capilla Sixtina es uno de los más famosos tesoros artísticos de la Ciudad del Vaticano, construida entre el 1471 y el 1484, en la época del papa Sixto IV, de donde procede el nombre por el que es conocida, aunque inicialmente se llamó Capilla Palatina. Su arquitecto fue Giovanni d'Dolci siguiendo los modelos de las antiguas plantas basilicales romanas las cuales por su parte se inspiraban estructural y arquitectónicamente en antiguos edificios griegos como el Concejo del Ágora ateniense.

A veces trabajaba hasta 30 días sin parar. Se sentía enfermo de dolor, sufría vértigos y temía estar perdiendo la vista. En 1510, a la mitad de su maratónica tarea, escribió un poema en el que declaró, traducido libremente: “Estoy donde no debo: ¡no soy pintor!”.
 
En efecto, Michelangelo Buonarroti se consideraba primero y más que nada escultor de mármol, y tenía muy mal concepto de sus habilidades pictóricas. Nacido en 1475, tenía 33 años cuando el papa Julio II lo mandó llamar a Roma y le encargó que repintara el techo de la Capilla Sixtina. La capilla ceremonial había recibido el nombre del tío de julio, el papa Sixto IV, para quien se construyó entre 1473 y 1481. Las paredes estaban llenas de pinturas magníficas de maestros como Botticelli y Perugino. 

Al principio, el papa Julio había querido que Miguel Ángel —que aceptó el encargo con reticencia— decorara el techo abovedado con retratos de los 12 apóstoles. Pero el artista pensó que eran “temas pobres” y decidió cubrir la superficie con su visión de la Creación. 

Para alcanzar el altísimo techo, diseñó un andamiaje móvil de madera en el que podía pintar de píe o hasta caminar si quería. Aun así, en cuatro años y medio llegó a sentir que lo limitaba. 

Empezó a trabajar en el verano de 1508, con la ayuda de seis asistentes que le mezclaban la pintura, le amasaban el yeso y a veces lo auxiliaban pintando. Su plan maestro era llenar la bóveda de frescos, desde las ventanas hasta el techo: acuarelas pintadas en yeso húmedo recién aplicado. Esto tenía que hacerse muy rápidamente, antes de que se secara el yeso. 

Un error significaba tener que desprender el yeso y comenzar de nuevo. Sólo una vez tuvo que hacer esto el genial Miguel Ángel. 

Primero hacía sus bocetos en papel y perforaba las líneas con un clavo. Luego sostenía el papel contra el techo y soplaba carboncillo pulverizado por las perforaciones para marcar el boceto en el yeso húmedo. Luego pintaba siguiendo las marcas, improvisando y detallando a veces conforme adquiría confianza. 

Sus nueve escenas se sucedían en línea recta directamente arriba. Iban de la “Separación de la luz de la oscuridad” (la Creación), sobre el altar, a la “Embriaguez de Noé” (que muestra al hombre en su mayor alejamiento de Dios), sobre la entrada. Rodeando los grandes frescos e intercalados con ellos había una animada disposición de profetas, sibilas, antepasados de Cristo, desnudos masculinos que reproducían la belleza humana perfecta, y escenas que representaban la salvación de la humanidad. 

En total creó unas 300 figuras del Antiguo y Nuevo Testamentos, cada una con sus propias características, expresión facial y pose: más de 1 022 m2 de superficie pintada. 

A medida que la obra adelantaba, fue despidiendo a la mayoría de sus asistentes, alegando que les faltaba inspiración. Hombre fuerte, de mediana estatura y anchos hombros, soportó resueltamente los rigores del invierno romano, con el helado viento del norte y la lluvia que se colaba por el techo y creaba moho en partes de la pintura. 

Comía sin dejar de trabajar (principalmente pedazos de pan) y de noche dormía irregularmente, vestido y calzado, en su estudio cercano. Sufría tanto mental como físicamente, y en enero de 1509 declaró, en carta que dirigió a su padre: “Nada le pido al Papa pues no me parece que mi trabajo marche de manera que lo amerite. Esto se debe a la dificultad del trabajo y también a que no es mi profesión. En consecuencia, pierdo el tiempo infructuosamente. Que Dios me ayude.” 

El Papa compartía la desconfianza de Miguel Ángel y periódicamente visitaba la capilla, y subía por la escalera hasta lo alto del andamiaje para inspeccionar las pinturas. Esto dio lugar a agrias discusiones entre ellos. En el verano de 1510, por ejemplo, cuando la obra estaba semiterminada, el papa julio quiso saber cuándo estaría acabado el resto del techo. “Cuando me satisfaga como artista”, replicó Miguel Ángel. El Papa frunció el ceño y dijo ásperamente: “¡Y nosotros queremos que seas tú quien nos satisfaga y que la termines pronto!”

En otra ocasión, el Papa, de 66 años, amenazó con hacer arrojar físicamente al pintor andamio abajo si no trabajaba más deprisa. “~Cuándo estará terminada?”, exigía saber Julio. “Cuando esté terminada”, replicaba Miguel Ángel ásperamente. El Papa enrojecía de ira y lo remedaba: “¡Cuando esté terminada! ¡Cuando esté terminada!” Levantaba entonces encolerizado su bastón y golpeaba a Miguel Ángel en un hombro. 

La pareja hizo las paces más tarde y Miguel Angel reanudó él trabajo, pero en otoño —no por primera vez— se quedó sin dinero. No fue sino hasta febrero de 1511 cuando hubo dinero suficiente para continuar con la obra. 

Para entonces, la gente que trabajaba en el Vaticano ya se había acostumbrado a la extraña apariencia de Miguel Angel en su ir y venir por la capilla a grandes pasos. Llevaba cabello y barba manchados de colores; su ropa eran harapos con pegotes de yeso, e iba cabizbajo, pues la luz exterior le hería la vista. En las calles de las afueras muchos lo creían loco y se mofaban de él a su paso. Trabajando solo y sin distracción, terminó por fin su vasta obra en otoño de 1512, casi cuatro años y medio después de firmar el contrato con el Papa. Se retiraron el andamiaje y los lienzos de cubierta, y Julio y su corte vieron el techo terminado la víspera de Todos los Santos (el 31 de octubre). Al día siguiente se reabrió la capilla con la ceremonia de consagración por el Papa. Miguel Angel no asistió al acto. Ansiaba volver a su escultura, y escribió a su padre: “Terminé la capilla que estaba pintando... El Papa está muy satisfecho.”

Las obras de Dios y del hombre En una serie de nueve paneles del techo de la Capilla Sixtina del Vaticano, se aprecia la concepción de Miguel Ángel de la creación del universo. Las dimensiones de la Capilla: el t
echo se alza a 21 m. con 40 m de largo y 13m de ancho. 

(Texto tomado de "Selecciones del Reader's Digest")

Visita virtual a la Capilla Sixtina

CONCLUSIONES DE LA SESIÓN 7

EXTRACCIÓN DE LA CLAVE ANTROPOLÓGICA DE UN ELEMENTO

1.     Situar el elemento a analizar dentro de un contexto: época, ámbito social, político, económico.

2.     Explorar el elemento dentro de sus categorías culturales: ¿se vincula a alguna corriente o, por el contrario, es un elemento trasgresor, rompedor, innovador.

3.     Detectar qué tipo de hombre y de sociedad propone el elemento: ¿es un hombre dependiente, creyente, alienado, esperanzado? ¿Es una sociedad justa, tiene medios para ser modificada por el individuo, es perdurable, busca el bien común?

4.     Analizar qué tipos de valores transmite el elemento: ¿qué valor ocupa el primer puesto de la escala? ¿qué es lo más importante? ¿cuáles son los miedos, ilusiones, alegrías, anhelos que manifiesta? ¿guarda o genera normas o leyes?

5.     Descubrir si hay en el elemento un posible elemento educativo: ¿cómo transmite cultura? ¿qué medios emplea? ¿cuáles son sus fines?

6.     Expresar si el elemento manifiesta una apertura la trascendencia: rituales, mitos, tabúes, cultos, liturgia, mediaciones sagradas…

7.     Examinar las relaciones interpersonales a las que apunta el elemento: parentescos, jerarquías, rebeldías, filiaciones… Incluso comprobar si yo mismo puedo relacionarme con el elemento que estudio en caso de que quisiera abandonar mi objetividad.

8.     Sondear si el elemento es susceptible de evolución ulterior: ¿envejece? ¿se adapta? ¿sirve para cualquier cultura y época? ¿cambia? ¿permanece inalterable?

9.     Utilidad: ¿es el elemento válido para un planteamiento de sentido de la vida? ¿qué lo hace exclusivo de los humanos? ¿a quién beneficia?

10.  Misterio: ¿hay misterio en el elemento? ¿dónde? ¿es críptico? ¿se muestra evidente su sentido en el análisis?


En la sesión de hoy hemos aplicado esta clave a tres cuadros muy diferentes: un icono de la Virgen Sofronov de autor anónimo, "La creación de Adán" de Miguel Ángel y "Aparición de un rostro sobre una playa que es un frutero con higos" de Dalí. El resultado ha sido comprobar tres etapas diferentes de la Historia de la Humanidad reflejadas en las obras de arte en las que están contextualizadas.

Icono Sofronov (anónimo)
La mente del hombre medieval es teocéntrica. Dios se presenta como el Gran Señor Feudal del Universo al que se rinde pleitesía en busca de protección y salvación.

"La creación de Adán" (Miguel Ángel Buonarroti)
El hombre renacentista marca el comienzo del proceso de secularización. Dios y el hombre ocupan el mismo espacio en el cuadro generando una simetría en la que Creador y criatura se miran cara a cara y establecen una nueva relación que significará, también, un nuevo salto en la comprensión del Todo.

"Afgano invisible" (Salvador Dalí)
El hombre contemporáneo capta una realidad compleja y multiforme en la que no hay una única interpretación o visión, sino que el "todo es relativo" que Albert Einstein aplica a su comprensión de la ciencia es también extrapolable a todos y cada uno de los aspectos de la existencia.

HERRAMIENTAS DE TALLER: observación de obras de arte.